La LCBO de Ontario retira todos los productos alcohólicos estadounidenses en respuesta a los aranceles del 25% impuestos por Trump, afectando ventas de casi mil millones de dólares y promoviendo el consumo de productos locales.
— Agaves Pro (@AgavesPro) March 5, 2025
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Contexto de una guerra comercial
La decisión de la LCBO no ocurre en un vacío. El sábado 1 de febrero de 2025, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva que impone aranceles del 25% a casi todos los bienes canadienses, con una excepción del 10% para productos energéticos, argumentando preocupaciones de seguridad fronteriza, incluido el tráfico de fentanilo. En respuesta, el primer ministro canadiense Justin Trudeau anunció represalias inmediatas con aranceles del 25% sobre 30 mil millones de dólares en bienes estadounidenses, seguidos de 125 mil millones adicionales en 21 días, afectando productos como cerveza, vino, bourbon, frutas, ropa y más.
Ontario, la provincia más poblada e industrializada de Canadá, ha decidido ir un paso más allá con esta prohibición en la LCBO, una medida que se alinea con acciones similares en otras provincias como Columbia Británica, Nueva Escocia y Quebec. En Columbia Británica, por ejemplo, el premier David Eby ordenó a las tiendas de licores estatales dejar de comprar productos de los “estados rojos” republicanos, mientras que Quebec pidió a la Société des Alcools du Québec (SAQ) retirar todos los productos estadounidenses de sus estantes.
Impacto en la industria y los consumidores
Para la industria de bebidas alcohólicas, esta decisión tiene un doble filo. Por un lado, productores canadienses de vino, cerveza y licores ven una oportunidad dorada para llenar el vacío dejado por los productos estadounidenses. Michelle Wasylyshen, presidenta de Ontario Craft Wineries, destacó que Canadá, como el mayor mercado para el vino estadounidense, tiene una ventaja estratégica: “Trump no puede dañar a la industria vinícola canadiense de la misma manera que nosotros podemos afectar a la suya al retirar sus productos”. Bromlyn Bethune, de Steam Whistle Brewing, también celebró la medida como una oportunidad para “mostrar verdadero nacionalismo y apoyar empleos canadienses”.
Sin embargo, no todos los productores locales están exentos de preocupaciones. Bill Redelmeier, propietario de Southbrook Vineyards, señaló que los insumos como botellas, muchas de las cuales se importan de EE.UU., podrían encarecerse debido a los aranceles, afectando los costos de producción. Asimismo, Scott Simmons, de la Ontario Craft Brewers Association, advirtió que el aumento en los precios de las latas de aluminio importadas podría impactar a la industria cervecera artesanal.
Para los consumidores, el cambio será notorio. Productos populares como el bourbon Wild Turkey, la vodka Tito’s o los vinos de Robert Mondavi desaparecerán de las tiendas, dejando a muchos buscando alternativas locales o enfrentándose a precios más altos en provincias donde el alcohol estadounidense aún se venda, pero con el incremento del 25% por los aranceles.
Una batalla con historia
No es la primera vez que Canadá usa el alcohol como arma comercial contra EE.UU. Durante la primera administración de Trump, cuando se impusieron aranceles al acero y aluminio canadienses, el país respondió con impuestos del 10% a whiskies y bourbons estadounidenses. Ahora, con una prohibición total en varias provincias, el mensaje es claro: Canadá está dispuesta a “golpear duro”, como afirmó Ford.
Chris Swonger, presidente del Distilled Spirits Council de EE.UU., calificó la medida como “decepcionante y contraproducente”, argumentando que productos como el bourbon y el Tennessee whiskey, que solo pueden producirse en EE.UU., no tienen sustitutos directos que Canadá pueda fabricar. Sin embargo, la presión económica podría forzar negociaciones entre ambos países para evitar una escalada mayor.
¿Qué sigue?
A medida que esta guerra de aranceles se desarrolla, la decisión de la LCBO marca un precedente en la respuesta provincial a las políticas comerciales de Trump. Mientras los estantes se vacían de productos estadounidenses y se llenan de opciones locales, los consumidores y la industria deberán adaptarse a un nuevo panorama. En Ontario, el llamado a apoyar lo “hecho en casa” resuena fuerte, pero el verdadero impacto económico y político de esta medida aún está por verse.
Por ahora, el mensaje de Canadá es claro: si EE.UU. quiere jugar duro, el alcohol será uno de los primeros campos de batalla.
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